Se entiende la ansiedad como aquella respuesta adaptativa que presenta nuestro organismo cuando percibimos situaciones de miedo o peligro. Esta respuesta nos ayuda a prepararnos para reaccionar ante dichas situaciones y actuar de la mejor manera. Sin embargo, hay ocasiones en las que esa respuesta deja de ser adaptativa y se convierte en excesiva, llegando a paralizarnos, generando un gran malestar e interfiriendo de manera significativa en nuestro día a día.
Las personas con trastornos de ansiedad experimentan dichas reacciones cotidianamente y es necesario saber cómo actuar ante una persona en estado de ansiedad.
Estas personas sienten peligros que objetivamente no existen, por lo que una de las pautas que podemos llevar a cabo con estos pacientes es centrarles en el presente, ya que es muy probable que su mente les lleve a diferentes escenarios, a cada cual más catastrófico, incrementando la sintomatología ansiosa. Por ello, le vamos a pedir que se centre en su respiración y en cómo el aire entra y sale por sus pulmones.
Podemos pedirles que imaginen un globo en su tripa y cómo con la respiración ese globo se infla y desinfla paulatinamente. Le pediremos que inhale el aire por la nariz paulatinamente; después lo sostenga unos segundos; y por último lo expulse por la boca. Con este ejercicio, promovemos que el paciente se centre en su cuerpo y no tanto en su mente y fomentamos en el paciente un estado de relajación.
Otro de los ejercicios basados en el anclaje al presente que podemos hacer con estos pacientes es pedirles que centren su atención en el lugar en el que se encuentran. Les podemos pedir que busquen diferentes cosas de distintos colores. Por ejemplo, podemos pedirles que busquen cinco cosas rojas, cuatro azules, tres verdes, dos amarillas y una morada para facilitar que tomen conciencia de dónde se encuentran.
Si pensamos que el paciente puede anclarse mejor con los estímulos auditivos, también podemos hacer el mismo ejercicio, pero en esta ocasión, pidiéndole que se centre en discriminar diferentes sonidos, cada uno de ellos de índole distinta. Este ejercicio va a facilitar que el paciente se muestre más calmado al traer su atención a estímulos reales y no divagar tanto en los posibles escenarios que tanto malestar le generan.
En la línea de conectar con estados de tranquilidad, podemos utilizar con los pacientes ejercicios de tensión y distensión corporal que faciliten una conciencia corporal ya que cuando se experimentan síntomas ansiosos es común que los músculos del cuerpo se contracturen.
Podemos comenzar trabajando de manera progresiva desde los dedos de los pies e ir subiendo por las piernas, torso, cuello y cabeza o de manera inversa en función de lo que mejor le venga al paciente. La regla de oro suele ser practicar más tiempo el ejercicio de relajación que el de tensión para facilitar el reconocimiento del estado de relajación (por ejemplo, cinco segundos el ejercicio de tensión y treinta el de relajación).
También podemos trabajar con ejercicios en imaginación, pidiéndole al paciente que se imagine una situación o que se vaya a algún recuerdo donde haya experimentado emociones agradables tales como serenidad, paz, tranquilidad y relajación. Puede ser un lugar, un espacio, una situación, un momento de su vida… Para ello le vamos a pedir que nos relate dicho recuerdo o la situación que se está imaginando y vamos ayudándole a que conecte con las sensaciones que le evoca.
Por ejemplo, preguntándole sobre el estado de su cuerpo, lo que ve, los sonidos que hay, los aromas que le llegan o lo que saborea si es el caso. Es importante que cuando hagamos este ejercicio con el paciente, se encuentre en una postura cómoda y relajado. A lo mejor puede ayudar comenzar el ejercicio con unas respiraciones profundas para conectar con el estado de relajación necesario para calmar esa inquietud interna y que el ejercicio le ayude a conseguir el estado de paz que necesita.
Por otra parte, otro de los ejercicios que podemos realizar con el paciente es pedirle que se imagine que los pensamientos que le agobian y atormentan, y generan su estado, son como hojas de los árboles que caen a un río y poco a poco se los lleva la corriente. De esta manera, promovemos un estado de defusión de los pensamientos, sintiéndolos como algo externo de ellos, que no tiene por qué cumplirse y que pueden ver con perspectiva. Después, podemos facilitar un momento temporal concreto donde el paciente escriba todo el pensamiento que le venga sin filtro, pero solo durante ese tiempo estipulado previamente. Si antes o después apareciera algún pensamiento, podemos fomentar que el paciente sea capaz de valorarlo distanciado de ellos, como si fueran esas hojas ya que conoce y sin anclarse a ellas, permitiéndolas aparecer solamente en ese tiempo estipulado.
Más a nivel racional, podemos utilizar ejercicios de cuestionamiento de los pensamientos disruptivos y catastróficos que suelen acompañar a los pacientes ansiosos. Podemos cuestionarlos con ejercicios de realidad, autorregistros, ejercicios que les permitan ver que no todo lo que piensan va a ser realidad. También podemos ayudarle a que el paciente se dé autoinstrucciones cuando comienza a aumentar la ansiedad en formato de frases que le permitan disminuir su estado. Frases que le permitan tener el control de sí mismo. Puede anotar en una o dos hojas y memorizarlas y repetirlas mentalmente cuando note que aparecen estas sensaciones. Estas frases pueden ser por ejemplo: «Tus sensaciones son propias de la ansiedad y no pueden hacerte ningún daño» o «Sabes que puedes lograr un estado de tranquilidad, esto pasará«.
También es importante que la persona lleve unos hábitos alimenticios y de sueño correctos para el buen funcionamiento diario que le eviten dicha sintomatología. Identificar qué les causa esa ansiedad también es importante para facilitar un estado de relajación, ya que aporta sentimientos de seguridad al poder controlar lo que lo detona. Es importante también que el consumo de cafeína y teína sea bajo ya que los síntomas ansiosos suelen empeorar. Asimismo, poder hablar con amigos y familia sobre lo que les pasa y obtener sostén emocional por su parte es algo imprescindible para estos pacientes, así como una rutina de ejercicio que les permita disminuir los síntomas ansiosos al liberar el exceso de actividad que presentan estos pacientes.