¿Qué entendemos por ansiedad?
La ansiedad es una emoción normal que se experimenta ante situaciones o acontecimientos donde la persona se siente amenazada por un peligro externo o interno.
Se trata de una respuesta natural que puede ser adecuada y, por tanto, propiciar la adaptación de la persona a diversos acontecimientos vitales. Sin embargo, en ocasiones, la ansiedad se vive de forma muy intensa dando lugar a un estado de alerta mantenido en el tiempo, teniendo un papel perjudicial en la vida de la persona.
Puede ser expresada de múltiples formas:
- A nivel cognitivo, serían esos pensamientos que se generan. A través de ellos, evaluamos si la situación implica peligro o no.
- A nivel motor, ponemos en marcha ciertas conductas cuando sentimos ansiedad. Las más frecuentes son agitación motora, conductas compulsivas (comer, fumar, etc.), movimientos repetitivos de alguna parte del cuerpo…
- A nivel fisiológico, aparece cierta sintomatología debida al incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo. Ejemplos de ello serían síntomas como taquicardia, tensión muscular, sudoración, sequedad bucal…
¿Cuál es la función de la ansiedad?
La ansiedad tiene su origen en la necesidad de escapar de los peligros. Es decir, los humanos somos animales, que al igual que otras especies debían escapar de los depredadores.
Como podéis intuir, en la actualidad, los humanos no solemos tener que escapar de depredadores, sino que las señales de peligro que desencadenan la ansiedad son otras. Estas señales de peligro puede ser un acontecimiento o situación concreta (o pensamientos anticipatorios sobre ellos). Por ejemplo: el trabajo, exámenes, presentación oral, etc.
¿Cómo gestionar la ansiedad?
Cuando sentimos ansiedad, podemos poner en práctica algunas estrategias. Como terapeutas, el primer paso será favorecer un espacio de reflexión donde el paciente pueda identificar el origen de dicha ansiedad. Evitar las situaciones que nos provocan ansiedad puede proporcionar un alivio a corto plazo, pero no ayuda a gestionar la ansiedad a más largo plazo, es por ello por lo que la psicoeducación es de vital importancia en un proceso terapéutico. Dentro de esta psicoeducación, será necesario recalcar que la ansiedad es una respuesta normal y adaptativa. Es importante que el paciente logre identificar cuándo su ansiedad llega a ser desproporcionada e incide negativamente en su vida cotidiana.
Por lo tanto, con la terapia, ayudaremos al paciente a afrontar dicha situación de manera gradual y a verla de manera positiva. Además de esto, podemos realizar y enseñar a nuestros pacientes algunas técnicas de relajación para disminuir la ansiedad, como podrían ser la respiración diafragmática o la relajación muscular progresiva.
Dunia Sánchez
Psicóloga sanitaria en NB Psicología
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